La Terapia Centrada en Soluciones (TCS), es una modalidad de terapia breve desarrollada en el Brief Family Therapy Center de Milwaukee por Steve de Shazer , Insoo Kim Berg y su equipo.

Sus premisas teóricas y planteamientos técnicos están muy influidos por el trabajo terapéutico de Milton H. Erickson, y por el enfoque clínico desarrollado en el Mental Research Institute de Palo Alto.

Este enfoque se diferencia de los más tradicionales en no investigar la historia del problema ni intentar hacer un diagnóstico. Es más, en ocasiones  ni siquiera se interesa hablar del problema.

El terapeuta no asume la posición de un experto, ni trata de educar a la familia o a la persona que tiene delante. No trata de corregir supuestos «defectos» ni de proponer normas de comportamiento.

Desde este planteamiento no se trabaja sólo con pacientes individuales («terapia individual»), pero tampoco insiste en tener a toda la familia en la sesión («terapia familiar») se convoca a todos aquellos que pueden ayudar a generar soluciones.

Se rechaza la metáfora de la profundidad, según la cual lo que sucede en un determinado nivel de la existencia se explica/está causado por lo que sucede en niveles más profundos (el inconsciente, las experiencias infantiles,  etc), la tarea no es buscar claves ocultas por debajo de los clientes dicen, sino simplemente ayudarles a hablar/narrar de tal forma que puedan encontrar vías de solución, alternativas más positivas que la queja.

Otra característica del planteamiento es el rechazo de la idea del normativismo, no se cree en un único patrón de persona «sana», ni en un ideal de «familia funcional», más bien existe una multitud de diferentes formas de actuar y comportarse, y que ninguna de ellas es a priori superior a ninguna otra.

Por otro lado, desde la TCS se postula que «problema» y «solución» son categorías discontinuas . Es decir, dos personas que acuden a terapia con una queja similar (y que por ejemplo podrían ser diagnosticadas por un psiquiatra como depresivas, por ejemplo) pueden generar soluciones muy diferentes al final de la terapia (por ejemplo, una dedicándose más al trabajo y ampliando su círculo de amistades; otra centrándose más en la familia y siendo más selectiva con sus amigos).

Y a la inversa: puede haber soluciones muy similares para «casos» muy distintos (p.ej. una familia que acude con un miembro que sufre una enfermedad física crónica puede plantear objetivos y desarrollar líneas de acción muy similares a los que propone una chica tartamuda).

Las implicaciones de este punto de vista radical (y tan contrario a las premisas tradicionales que comparten la inmensa mayoría de las psicoterapias) son claras:no hace falta conocer el problema para solucionarlo.

Por tanto, en TCS no consideramos necesario tener información sobre el problema, ni conocer su frecuencia o su naturaleza, ni tampoco su historia ni su génesis. El terapeuta puede pasar directamente a hablar de las soluciones: identificar qué es lo que quieren conseguir los clientes;  detectar sus recursos y/o los de la red social y/o profesional; ayudarles a encontrar formas de conseguirlo; buscar modos de mantener en marcha estos logros.

Otro presupuesto es que los clientes tienen los recursos necesarios para lograr sus objetivos, aunque por momentos puedan no usarlos o tenerlos olvidados. La terapia se centra activamente en los recursos de los clientes, es decir, en aquellas ocasiones en las que no se da el problema (excepciones) o en aquellos aspectos relacionados con un futuro sin el problema.

La tarea del terapeuta es movilizar estos recursos, ayudar a la familia a que se ayude a sí mismo, y hacerlo además en el menor tiempo que sea posible. La forma de movilizar estos recursos es a través de la conversación, que  se centra deliberadamente en la superficie de las cosas, sin buscar factores subyacentes o fenómenos ocultos.

La TCS sí comparte con las demás orientaciones de terapia familiar lo que podríamos denominar el punto de vista contextual , es decir, la tendencia a analizar los fenómenos dentro del contexto  que en el que se producen. Además, este contexto se entiende sobre todo desde el punto de vista interpersonal, haciendo hincapié en las relaciones circulares  que se establecen en el presente  entre las conductas de una o varias personas .

Otra consecuencia de esta forma de ver las cosas es que consideramos que en terapia es suficiente con introducir un cambio pequeño  en la situación, siempre que ese cambio sea advertido por otros miembros del sistema, ya que entonces retroactuarán sobre él ampliándolo (lo que se ha dado en llamar «efecto de bola de nieve»).

Este modelo supone una crítica frontal a las prácticas de patologización, medicalización que tradicionalmente han caracterizado a la psicoterapia (y a la sociedad occidental en su conjunto).

Desde una posición constructivista y centrada en soluciones, el uso de etiquetas diagnósticas o la rotulación de ciertos fenómenos sociales como patología (la «ludopatía», la «adicción al sexo», la «adicción a la televisión») no es un ejercicio neutral en el que se nombran  ciertos fenómenos que ya existían antes de ser nombrados, sino una forma de crearlos. Y de crearlos, además, como entidades internas, individuales, aisladas de su contexto sociocultural.

Además, la creación de estas entidades (o de conceptos como «inconsciente» «mecanismos de defensa», etc.) conlleva una cierta definición de la relación (Watzlawick, Beavin y Jackson, 1967) en virtud de la cual una élite de profesionales (en nuestro caso, psicólogos o psiquiatras) se autoproclaman como expertos, capaces  de interpretar el  verdadero  significado de ciertas situaciones o conductas. Apostar por un enfoque centrado en las soluciones supone también, por consiguiente, proponer una lectura diferente, más democrática e igualitaria, de las relaciones entre los profesionales y las personas a las que atienden. 

La terapia centrada en soluciones  sigue una línea diferente (aunque complementaria) a la que se mantiene en una terapia convencional. Mientras que en una terapia tradicional se trata, metafóricamente, de reducir el «espacio» que ocupa el problema, con lo que se crean nuevas alternativas y opciones, la terapia centrada en soluciones intenta directamente aumentar los aspectos no-problemáticos, con lo que en definitiva se reduce también el tamaño del problema.

Así, la TCS trabaja en primer término con las soluciones, ayudando a los clientes a identificar lo que quieren conseguir trabajando para marcar y ampliar aquellas ocasiones en que de hecho lo consiguen y fomentando que los clientes asuman el control y la responsabilidad por los cambios conseguidos.

Sin embargo, si esta línea de trabajo no genera avances suficientes, la terapeuta puede abordar la situación desde el planteamiento complementario, intentando reducir la conducta problema, y retomando la línea de las soluciones cuando aparecen los cambios.